Papagayo 1: “Si Maduro es el presidente, yo soy el pájaro loco”
Rafael Araujo suele recorrer Caracas con la voz sediciosa de su papagayo. Es mejor que una pancarta, dice. La pancarta alcanza dos, tres metros. Un papagayo logra 30 metros de altura, o más, porque se eleva a través de las redes sociales y llega al resto del país.
Papagayo 2: “No dejaremos solos a los estudiantes”.
El papagayo refulge en mitad de la masa. Los colores son vistosos. Tarda un día en hacerlo. Suele conservar la misma estructura, hasta que aguante. Lo demás es ingenio, calle y tenacidad.
Papagayo 3: “Jueza Afiuni, perdóname por hacer tan poco”.
Caña amarga en las quebradas. Verada en los mercados populares. Papilo y papel de seda en la Plaza de San Jacinto. Papel bond muchas veces. A veces los niños le piden que les regale el papagayo. No puede. Sería quedarse mudo. Sin propósito.
Papagayo 4: “Guyana perforará nuestro Esequibo, ¿lo permitiremos?”.
La gente ya lo reclama, lo busca con la vista, posa con él para las fotos. En Quebrada Honda un indigente apenas lo vio le preguntó “¿Y el papagayo?”. Es un ícono ambulante de la ciudad.
Papagayo 5: “El pueblo se la/menta al gobierno en la cola”
Sus frases oscilan entre el humor, la solidaridad y el reclamo. No hay tema de la realidad nacional que le sea ajeno. El código de su protesta es tan pacífico como poderoso. Son diez años, más de 6 mil papagayos y los zapatos rotos de tanto caminar.
Papagayo 6: “Yo creí que esta corredera era porque había comida”
Rafael Araujo es un papagayo de 61 años.
Agencias